No siempre es fácil sumergirse en la atmósfera local y poder escapar un poco del turismo masivo. Esto es aún más difícil en ciudades gigantes y tan de moda como Tokio, una urbe que recibe casi treinta millones de turistas al año y que cada año va en aumento. Pasar una hora viendo solo caras japonesas es una osadía más difícil que la de San Marino ganando un mundial de fútbol.

Experimenté muchos días de vagabundeo por la ciudad y de verme sentado  observar los miles de salary man (oficinistas) que corren y tiñen las calles de negro o azul con sus trajes. Por momentos me preguntaba ¿A dónde va a comer y tomar algo toda esta gente? Es públicamente sabido que salen de copas de manera casi constante, pero mi pregunta iba a si existía un lugar donde solo vayan los japoneses, donde se escapen del turismo y de las miles de cámaras que quieren fotografiarlos como si fueran parte de un gran mural en Tokio. 

shimbashi
Restaurantes debajo de las vías en Shimbashi

SHIMBASHI, EL PARQUE DE DIVERSIONES DE LOS OFICINISTAS

Por invitación de Arigato Japan fue como llegamos a la estación de Shimbashi, o como lo llamó la guía: “el parque de diversiones de los oficinistas”. Una plazoleta con un tren antiguo negro. Desde todos los puntos cardinales surgen calles o callejones, llenos de carteles luminosos bajos, indicando que allí hay un restaurant o un bar listo para servirte. La vista aérea seria lo mas parecido a un hormiguero, pero tuve la mala suerte de no poder apreciarla, desde abajo se siente como si el sin fin de gente caminara hacia cualquier sentido, sin un rumbo fijo, pero a paso firme. Caminaba sorprendido como quien descubre una mina de oro, no había turistas, realmente nos habíamos despedido del turismo por un rato.

Frente a la estación hay un edificio de más de diez pisos. Del subsuelo hasta el cuarto piso estaba lleno de Izakayas donde la mayoría de los dueños no habla inglés y los menús no se traducen a ningún idioma. Los pisos de arriba tienen oficinas y los últimos dos viviendas. supongo, que habrá gente que no sale del edificio por semanas, convirtiéndose en topos urbanos. 

COMIENDO DEBAJO DE LA ESTACIÓN

La primera parada gastronómica fue debajo de la estación. La comida era un plato que ya habíamos visto en algunos bares y convenience stores, pero que, ante el desconocimiento, no nos habíamos animado a probar. Comimos Oden, que básicamente es comida hervida, el puchero japonés (puede incluir tofu, verduras, pescado y/o buñuelos de lo que se les ocurra). Lo importante de este plato es la preparación, la cual hace especial hincapié en que el caldo de cocción no se renueva hasta pasado los siete días desde la preparación (que por lo general es los lunes). Entonces, cuanto más lejos estás del día en el que se preparó el caldo, más sabrosa será tu experiencia.

Un local atendido por sus dueñas

A los preocupados por la bromatología, tranquilos, si hay un lugar donde pueden probar tranquilos platos impensados, ese lugar es Japón. Como ese día, que también comí pollo crudo, lo cual nunca antes había pensado en probar. Tiene un sabor muy similar al sashimi de salmón, pero podría arriesgar que es más sabroso.

Pero Shimbashi no se centra solamente en ese edificio, hay restaurantes en casi todos los edificios del barrio, hay lugares para comer al costado y debajo de las vías del tren. Antiguamente el espacio debajo de las vías funcionaba como refugio durante y luego de la segunda guerra mundial ya que eran estructuras sólidas que no se desmoronaban. 

SAKE Y YANINIKU

En el segundo piso de un edificio antiguo, hay un lugar especializado en Yaniniku y Sake. Yaniniku es un estilo de cocción, todo va sobre una parrilla y cada mesa tiene su parrilla en el medio. Verduras y pescado a la parrilla con un abundante vaso de Sake. Los que son lectores del blog saben que no como pescado, al menos no cocido, pero esta vez me dije a mi mismo que era hora de volverse adulto y comenzar a probar la comida japonesa como se debe, así que de los tres probé dos. Batata no llegue a probar porque Carla se la comió toda y reaccionó con cara de sorpresa y arrepentimiento, pero no le creí. El Sake estaba increíble, dulce pero no tanto, el punto justo para maridar la comida a la parrilla.

Yo sentía que aún tenía hambre, realmente me faltaba llenar un hueco del estómago. Por eso, porque era solo un hueco, jamás imaginé lo que vendría después. Si nos faltaba algo para terminar la experiencia, eso era comer debajo de las vías del tren en restaurante típico japonés donde no solo no había turistas, sino que además, llamamos un poco la atención de los locales. En estos lugares pueden ver cosas poco usuales, como gente comiendo pizza con palitos chinos, Japón puro.

COMIDA, MUCHA COMIDA

Los platos comenzaron a aparecer como una lluvia tropical repentina en verano, uno, dos, tres, eran muchos. La entrada fue algo tan simple como repollo hervido con pasta miso, la mejor pasta miso que probé en mi vida. Vinieron los makis de atún, el guiso de ají picante, tofu y carne, las brochetas de cerdo, de pollo y de portobellos. ¿Algo más? Una brocheta de pollo picado y mezclado con verduras, todo en salsa agridulce. Pasé de estar con hambre a querer irme a dormir en diez minutos. Si les digo que todo esto lo acompañe con una botella de 400 ml de Sake, ya es ser un goloso. Pero así lo fue.

“Aún falta el postre” nos dijo Norma, la guía de la noche. A pesar de que hablamos todo el tiempo en inglés porque había una pareja australiana, Norma es una mexicana que vive hace unos cuantos años en Tokio y además es una apasionada por la cultura y gastronomía japonesa. El postre fue el famoso Taiyaki. Un galleta húmeda con masa de waffle, rellena de pasta dulce de porotos rojos y con forma de pez. Sabe tan raro como suena describirlo. Es una mezcla de poroto refrito para tacos con azúcar y con wafle, una ensalada de gordura. También se puede pedir con un relleno diferente, una especie de crema pastelera, tan o más empalagosa que la primera opción.

comida japonesa
Taiyaki

Me sentía a punto de explotar como piñata de cumpleaños infantil, no me entraba en el cuerpo ni una idea. Nos despedimos y caminamos a través de Ginza para volver al hotel en Akihabara, si me iba a dormir así, seguro que mi panza tocaría el techo.

Volviendo al hotel

 

 

Este tour fue una invitación de Arigato Japan, una agencia que ofrece tours en todo Japón en inglés y en castellano. Para saber más sobre este tour y/o reservar tu lugar, hacé clic acá.