Llenar diarios de viajes, dejar por escrito el camino que vamos recorriendo, es una actividad típica de muchos viajeros. Pegar recuerdos, tarjetas de embarque, entradas a templos y museos; tomar fotos y escribir diarios, son formas de inmortalizar nuestras experiencias de viaje. Sin embargo, empezar a compartir con otros esas experiencias va más allá de contar qué hicimos, a dónde fuimos o cuánto nos costó el boleto de tren. Crear un blog, es estar dispuesto a abrirse a quien quiera leer, es contar nuestros sentimientos y emociones. Es saber que va a haber mucha gente que va a viajar con nosotros a través de nuestros relatos. Tal vez, algunos se emocionarán o querrán dar ese paso que los lleve a hacer el viaje de sus sueños. Pero también, es estar dispuesto a recibir críticas constructivas y cuestionamientos de personas que no compartan nuestra forma de vida o nuestras ideas, o que quizás no las entiendan.



Cuando decidimos hacer este viaje nadamos entre dudas, miedos y cientos de preguntas que nos daban vuelta en la cabeza. Para nosotros, era muy importante tratar de encontrar las respuestas a esas preguntas. La pregunta principal y disparadora fue “¿Por qué viajamos?”. Una pregunta que nos hicieron ciento de veces, que puede resultar muy sencilla, pero que a nosotros no nos es tan simple responder. Tardamos un tiempo, preguntarnos el porqué de las cosas que hacemos, es poner en palabras nuestros objetivos, darles forma, reconocerlos.
La respuesta a esa pregunta, nos impulsó. Nos sacó de nuestra comodidad, nos hizo dar cuenta de que el sueño de nuestras vidas era salir de viaje.
Teníamos nuestra casa que con tanto esfuerzo y amor habíamos armado, teníamos nuestros trabajos estables, seguros y llenos de promesas, seguíamos estudiando y capacitándonos cada vez que podíamos. Visto desde afuera, teníamos todo lo que queríamos. Pero, hacernos tantas preguntas, nos demostró que lo que más queríamos, lo que realmente necesitábamos, no era material, no estaba en nuestra ciudad de siempre, ni cerca de las personas que más queremos. La respuesta a todas esas preguntas, nos hizo tomar una decisión, la de dejarlo todo.
A muchas personas les gusta viajar porque para ellos, hacerlo significa descansar, tomarse vacaciones de sus trabajos y sus rutinas. A otras les gusta viajar para conocer lugares diferentes a las ciudades donde viven. Hay quienes viven en la montaña y aman visitar ciudades grandes, quienes viven en ciudades y cuentan los días para escaparse a alguna playa. Durante muchos años, fuimos de los que aprovechaban los viajes para poner una pausa en nuestras cansadoras rutinas. Año a año, la angustia al volver era mayor. Es que lo que nosotros sentíamos, era que nuestras rutinas no eran como queríamos. Nosotros queríamos hacer del viaje, nuestra rutina.
El aprendizaje es una de las razones principales por las que nosotros amamos viajar. Viajar nos enseña a ser más perceptivos y tolerantes. Hace que cada vez eliminemos más prejuicios y que muchos nunca nazcan. Viajar nos enseña a respetar y, aunque a veces sea muy difícil, también a comprender. Hace que construyamos opiniones en base a nuestras propias experiencias y que creamos en ellas como unas más, entre tantas otras; igual de aceptables, igual de válidas. Viajando aprendemos mucho, todos los días.
Viajar nos enseña que debemos ser optimistas y a hacer mucha fuerza para atraer cosas buenas. Aunque el cansancio y las diferencias a veces nos lo pongan difícil, viajar hace que cada vez más, nos quedemos con lo bueno y lindo de cada situación. A veces esto es el resultado de un proceso que se da días, semanas o incluso meses posteriores al viaje. Pero, a fin de cuentas, la experiencia de viajar es siempre positiva.



Viajar nos hace adaptables a cambios, situaciones, compañías, espacios, climas y sabores. Nos acostumbramos cada vez más rápido a todo, podemos llamar “casa” a innumerables espacios. Hemos llamado “Casa” a hoteles, a casas ajenas, a carpas, a habitaciones de hostel que compartíamos con otras 30 personas, y a otras donde ni siquiera entrábamos parados.
Viajar nos enseña a cerrar etapas y dejar ir. Viajar nos hace cada vez más tranquilos, hace que nos tomemos las cosas de otra manera, que de a poco nos estresemos un poco menos, que de a poco seamos menos ansiosos.
Viajar nos enseña cada vez más acerca de la naturaleza y el cuidado del medio ambiente. Nos muestra el daño enorme que el turismo, y el ser humanos en general, puede hacer si no se viaja y se vive de manera responsable y consciente. Viajar nos hace cambiar nuestros hábitos, tratar de ser cada vez menos destructivos.
Viajar nos saca de la rutina. Pero no solo de la rutina que solemos relacionar a un trabajo, sino de la rutina del día a día. Viajar nos saca de lo cómodo, lo conocido, lo que repetimos una y otra vez sin saber el por qué. Viajar nos saca de lo que ya aceptamos, nos saca de nuestra zona de confort y nos pone a prueba. Viajando uno siente que le pasan muchas más cosas que estando quieto, pero en verdad, creemos que viajando uno está más atento, permeable y percibe más todo lo que pasa en su vida y a su alrededor. Cada día viajando, son cientos de cosas que procesar cada noche.



Viajar nos presenta innumerables realidades. Realidades similares a las nuestras, incluso algunas a miles de kilómetros; realidades diferentes, realidades hermosas y realidades muy tristes. Viajar nos llena de información, de experiencias y de energía, de esa que se siente positiva. Viajar nos hace conocer lo más maravilloso y mágico del mundo. Lo más natural y la inmensa cantidad de creaciones humanas. Lo más triste y duro, pero también la felicidad plena. Nos muestra lo simple y sencillo, pero también lo complejo e inentendible. Viajar nos hace conocer niveles impensados de organización y de caos (muchas veces conviviendo en un mismo lugar).
Viajar nos enseña a socializar. Algo que a veces lo damos por aprendido y viajando nos damos cuenta que es necesario ejercitarlo. Viajar nos ayuda a conocer a muchas personas y nos presenta a nuevos amigos. Sin embargo, a veces, nos hace ser más introspectivos. Viajar nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, a descubrirnos, a aceptarnos, a querernos más. A ser conscientes de todos nuestros defectos, de todo lo que tenemos que mejorar, de que podemos ser mejores personas. Nos ayuda también a reinventarnos, a descubrir nuestras fortalezas, a ser creativos. Nos ayuda a creer que podemos lograr lo que deseamos y a ir a por ello.
Viajar nos hace extrañar, nos ayuda a no olvidar y a valorar.



Viajamos en busca de mares y de atardeceres, de sabores y de idiomas. Viajamos en busca de historias. Viajar nos nutre, nos enriquece, nos conecta con lugares, con personas, con culturas, con religiones, con la naturaleza y, sobre todo, con nosotros mismos.
Pregunta simple de respuesta compleja. Me encantó. Comparto todo y me hiciste notar cosas que no había pensado. Quiero más…
Es una pregunta que tal vez tenga aun mas respuestas. Ya va a venir mas material! Gracias por seguirnos!