Después de dos días en Delhi, llegó el momento de tomar nuestro primer tren nocturno. Si algo podía empeorar mi incomodidad, eso era que nuestro tren no saliera de la estación céntrica de Delhi. El tren a Bikaner salía de una estación en las afueras de la zona turística, en la que no había ni un solo extranjero. En momentos como ese, en los que te sentís un extraterrestre, encontrar otro turista que este en la misma situación que vos, puede ser de gran apoyo emocional. Desde ya, estar con Mar hizo que el momento no fuera demasiado terrible. Me conozco, sé que sola no hubiese podido, no me hubiera animado.

delhi
Noche de Paharganj, Delhi

El viaje en tren fue bastante tranquilo, estábamos en primera clase y en una cabina sola para nosotros. Lo único negativo fueron las horas de atraso que se dieron durante el camino, por la niebla. Además, el tema del baño que, para una mujer, durante su periodo, puede convertirse en el mismísimo infierno (adivinen si eso fue lo que me pasó).

Llegamos a Bikaner y no podía pensar en otra cosa más que en lo malo de nuestras decisiones. En ese momento de incomodidad, disgusto, angustia y querer volver a casa, no podía encontrar nada lindo. En lo único que pensaba era en que parecía que habíamos organizado el recorrido de manera tal que nuestra adaptación fuera lo más difícil posible. Por supuesto no fue así, pero mi montaña rusa interna hacia que tenga esos sentimientos horribles.

Es que Bikaner no tiene mucho comparado con los otros pueblos de Rajastán. Es un pueblo que solo tiene un fuerte que visitar y, a unos kilómetros, el famoso templo de las ratas (al cual desistimos de ir). No es un pueblo demasiado pintoresco, no hay mucho turismo más que algún que otro tour. Esto hace que caminando por la calle uno llame muchísimo la atención y la gente no pare de mirarte. Es el pueblo en el que más vacas en la calle vimos, y yo les tenía terror.

Soy una persona miedosa y esos primeros días en India fueron difíciles. Me estaba costando mucho adaptarme y no podía encontrar lo lindo, pintoresco y colorido del país. Me inundaban los pensamientos negativos. Ni hablar de mi sistema digestivo que funcionó de manera deplorable desde el primer día de viaje. Los primeros días no quería ni comer, no tenía hambre y lo que comía me caía mal.

Los días que nos tocaba trasladarnos eran los más difíciles. Me estresaba por tener que negociar con taxis o rickshaw estafadores. Me costaba creer que existiera la posibilidad de que India fuera un lugar que me terminase gustando. Pero, además, la idea de que india no me gustase, cosa que podía pasarme y que es totalmente entendible y aceptable, me entristecía muchísimo. Me exigía a mí y le exigía al país que me encantase. Esa angustia y esa tristeza, hacían que mi lado más miedoso y pesimista aflore. Las primeras cinco o seis noches tuve pesadillas. Incluso cuando ya estaba adaptada y disfrutando de India (porque finalmente pasó), cada tanto tenía alguna de esas pesadillas que detesto.

Hoy escribo esto después de un tiempo y me da hasta un poco de risa, estaba ahogada en un vaso de agua, me presionaba a mí misma para que India me encante cuando ni siquiera sabía si eso iba a pasar.

Bikaner
Calles de Bikaner

Fueron dos días en Bikaner en los que caminamos un poco, visitamos su fuerte y conocimos algunas personas. Los momentos en la terraza de la guest house donde nos hospedamos, junto a otros huéspedes, me ayudaban a despejar mi mente de los pensamientos feos, a relajarme y disfrutar más del lugar y del momento. Alemanes, franceses, indios y argentinos, todos en una mesa poniendo en común todo lo que viajar por India significa. Entre charlas, bajaba a tierra. Después de todo, estaba cumpliendo un sueño y sea o no lo que esperaba, cumplir un sueño siempre es maravilloso

Nos fuimos de Bikaner en lo que fue nuestro segundo viaje en tren nocturno. Un viaje más corto y más puntual que el primero, aunque menos cómodo. Lo bueno de la tercera clase es que tiene aire acondicionado entonces se mantiene ventilada, lo malo, es que la cantidad de personas por vagón por momentos se siente.

Llegamos a Jaisalmer en la madrugada de nuestro séptimo día de viaje. Eran las 5 de la mañana, hacía mucho frío y era de noche aún. Llegar al hotel fue bastante difícil, porque el conductor del rickshaw estaba perdido, y nosotros tampoco sabíamos llegar. Gracias a que teníamos señal en los teléfonos llegamos. Me preguntó cómo era viajar cuando solo había mapas y guías impresas. Habíamos avisado al hotel que llegaríamos a la madrugada, mucho antes del horario del check in. Por suerte, nos dijeron que no iban a poder tenernos la habitación limpia, pero que podíamos ocuparla ni bien llegásemos, para al menos descansar un poco. Estiramos nuestras bolsas de dormir sobre el colchón, dormimos un rato y nos levantamos. Jaisalmer es un lugar hermoso, es el lugar ideal para empezar la reconciliación con India.