Paisajes donde la vegetación desafía a la gravedad, tonos de color verde que parecen haber sido añadidos a mano, un río que corre a lo largo del valle para desembocar en el atlántico, amor por la vitivinicultura, tradición y familia. Todo eso es la Ribeira Sacra, en Galicia.



He leído en libros, relatos y diarios y he escuchado en varias charlas de bar, que el sueño del español de antaño era tener su propio viñedo. No para comercializar, sino para servirlo orgullosamente en su mesa. En este viaje interno y externo que comencé en Galicia, fui entendiendo poco a poco el sentimiento. Esos pueblos o ciudades viven una vida tradicional, como casi detenida en el tiempo. Tener una propia vid, encargarse todos los días de cuidar esas uvas, es un cable a tierra, un hobby.



Nunca pensé que Galicia podría ofrecer tanto. Siendo sincero, Galicia no era la primera opción en este viaje. Aprovechamos que los padres de Car venían para ir a ver a parte de la familia que viven ahí. Lugo, Vigo, La Coruña o Santiago de Compostela, su cercanía con Portugal, sus playas y hasta su famoso pulpo a la gallega. Todas esas cosas eran las únicas que conocía previamente de esta región. Pero había más, mucho más para descubrir.
VINICULTURA HEROICA
Durante el viaje en auto, los padres de Car me comentaban que uno de sus primos tenía un viñedo.
“Buena oportunidad para aprender y hacerle unas preguntas” dije. Y así lo fue, esa visita a Galicia, iba a ser para mi, un punto de inflexión. Ni con toda la teoría que traía, me hubiese imaginado estar parado en medio de viñedos, a casi 75 grados de verticalidad.
“Vinicultura heroica, así la llaman” me dijo el tío de Car. “Es que, en algunos casos, la pendiente llega a 90 grados”. Estábamos conversando en el living de su casa, hasta el momento, no había visto ni una foto de la Ribeira Sacra.



Como la vendimia siempre se hace a mano, el trabajo es muy peligroso y cansador. Me comentó que los que hacen la vendimia ganan buen dinero, porque casi nadie se anima a semejante esfuerzo físico en un terreno tan complicado. Ese día me fui a dormir con una idea medio distorsionada de cómo serían estos viñedos pero al menos había avanzado con algo, había probado un vino de la cepa de la región.
LA RIBEIRA SACRA
Mi sorpresa fue como la de un niño cuando se despierta y ve que los reyes le trajeron el regalo que quería. Es esa mezcla entre adrenalina al ver el paquete y emoción al saber que es lo que hay adentro. Así fue cuando vi la Ribeira Sacra.
¿Por dónde comienzo a describirla? Quedé impactado, emocionado y dudando si realmente estaba viendo ese paisaje correctamente. Un río, en el que se puede nadar sin problemas, que serpentea y se pierde entre valles color verde. Estos están verdes por los viñedos que cubren el terreno sin importar la inclinación. Hay muy pocas construcciones, pero las pocas que hay, mantienen el estilo: piedra y tejas.



El color verde es tan verde que lastima los ojos, como también lo hace el cielo completamente celeste si les toca un dia despejado. En frente, un bosque frondoso con claros deforestados donde, aunque parezca mentira, también hay viñedos. Cada viñedo que se ve, salvo una pequeña parte, es para consumo personal o en el mejor de los casos para el comercio familiar.
Me quiero centrar en el hecho de que casi la totalidad de los viñedos sean para consumo privado. El concepto de enoturismo en esa zona no está muy desarrollado.
Aunque a pocos kilómetros se encuentra Rías Baixas que es un poco más turístico, esto no tiene efecto en la Ribeira Sacra. En Galicia, no todo se hace para el turismo o para comercializar. En Galicia tener tu propio viñedo es posible, es algo que a todos los que le gusta el vino intentan llegar, el orgullo de servir propio vino en la mesa. Es un sentimiento muy lindo, tanto del que lo toma como de quien lo sirve. La cepa con la que está sembrada todo la Ribeira Sacra se llama Mencía. Yo no la conocía ni la había escuchado mencionar anteriormente, pero es tan autóctona como el Plavaj en Croacia.
La Ribeira Sacra es una zona que podría ser, sin lugar a dudas, un éxito si se desarrollara correctamente la parte turística. Pero la pregunta que me hago, como siempre ¿es necesario volver masivo algo tan virgen, tan hermoso? Me fui de Galicia pensando eso, y aun al día de hoy lo sigo pensando. A veces, es mejor dejar las cosas como están para poder preservarlas correctamente.