¿Qué es realmente un speakeasy? Me hice esa pregunta cuando llegamos a la puerta de Bullard & Worth. Por fuera no había señales de que fuese un bar: un portón de madera, viejo y casi abandonado. Pudimos apreciar dos viejas ventanas a los costados, una luz muy tenue, pero nada que aparente ser un bar.
“Debe ser acá” le aseguré a Car y cruzamos la puerta. De golpe nos invadió el calor, la temperatura del bar era la ideal, teniendo en cuenta que afuera hacían ocho grados.



“Bienvenidos. Las mesas están ocupadas, pero pueden sentarse en la barra si lo desean” nos dijo el bartender, y hacia la barra fuimos.
El bar es pequeño, no tiene más de cinco o seis mesas y cuatro lugares en la barra. La música suele estar baja, así que se puede hablar tranquilamente y también se puede tener intimidad. El bar está decorado y realizado casi íntegramente en madera. Tiene una gran colección de whiskies, vermouth y amaros. También varias botellas de gin, vodka y alguna que otra de ron. A la derecha, está el tesoro más preciado del bar, del cual les hablaré en los próximos párrafos.



“¿Primera vez aquí?” nos preguntó el mismo bartender que nos recibió. Su acento no era escocés. Hablaba bien inglés, pero luego de un par de palabras me di cuenta que era italiano. Luego de cruzar unas palabras nos dijo que era de Piemonte. Pasamos un rato largo hablando de vinos, de mi amado Barolo que se hace con la uva Nebbiolo originaria de su ciudad. Su compañero era un escocés simpático a quien no le gustaba el gin, entre los dos llevaban adelante el bar esa noche.
“Hoy no tenemos carta porque estamos aun creando la carta de temporada, así que pidan lo que quieran. Nos dicen bebida base y que sabores prefieren y nosotros improvisamos” nos dijo. Debo reconocer que ese tipo de propuestas me emocionan de sobremanera y le dije lo primero que se me vino a la mente.
“Quiero algo con Vermouth Rosso pero bien fuerte”
“Yo algo con gin y que sea dulce” dijo Car.
Así fue como salieron los primeros dos cocktails. El mío tenía Vermouth y un Bourbon overproof de base. Fácil de tomar, pero con un final caliente en boca por la graduación alcohólica. El de Car, gin, un bitter casero de lima y almíbar de ortiga. Tenía un sabor realmente refrescante. Y lo mejor, aún estaba por pasar.
Mientras degustaba mi cocktail, vi que el bartender italiano entraba en una especie de bodega y salía con una botella de vermouth rosso Martini. La botella a simple vista me pareció antigua, pero no le di importancia. Agarró dos copas y nos sirvió, a mi y a su compañero un poco, para probarlo. Mis alarmas se activaron y comenzaron a entender lo que pasaba.
La botella era de 1960. El aroma a balsámico de ese Vermouth me dio fuerte en la frente. Cuando lo probé sentí que estaba tomando un pedazo de historia. Era la botella simple, ni edición Premium, ni edición limitada. Habían dejado reposar por 58 años ese Vermouth y yo estaba ahí, probándolo. Casi sentí que no lo merecía, pero mi ego me dijo que era todo mío. En ese momento la charla se tornó demasiado interesante.
El bar era un museo vintage de espirituosas. Me invitaron a que viese lo que había en ese mueble que les conté al principio. Era un museo, era historia pura. Entre los tesoros había: Fernet Branca de 1950, Cynar de 1961, cinco botellas de scotch de más de 30 años de antigüedad, de destilerías que hoy ya no existen, Dissarono de 1980, entre otros.



“Tenemos pensado armar una carta con bebidas vintage” me comentó. No podía creer el buen estado en el que estaban. La idea me pareció no sólo original, sino de las mejores que le he escuchado o visto a un bar.
La noche recién empezaba, así que decidimos ir por una segunda ronda.
“Amamos el gin” le dijimos a los bartenders.
“Yo también ¿Quién no ama el gin? Todos aman el gin” dijo el italiano.
“Yo odio el gin, es un invento del diablo” dijo el escocés. Nos reímos mucho, realmente no quería para nada el gin. Car se pidió un gin-tonic y haciéndonos una broma, simuló hacerlo a regañadientes. Yo fui por un clásico, Boulevardier con vermouth del professore.



Así terminaba nuestra noche. Antes de irnos, otro cliente pidió un gin-tonic.
“Mira lo que lograste, esto se nos va de las manos” le dijo el escocés a Car, riéndose. Y así salimos nuevamente al frío.
INFORMACIÓN
Web: Bullard & Worth Facebook Instagram: @bullardandworth Horarios: Jue a Dom 15:00 a 01:00 Lun a Mier 17:00 a 01:00 |