


La excitación post vuelo en globo era tal, que me olvidé de la siesta que quería dormir y en lo único que pensaba era en el desayuno que me esperaba en el hotel. Necesitaba adquirir energías suficientes para recorrer por tierra lo que ya había visto desde el cielo.
Había pasado una semana desde el accidente en moto que tuvimos en Chiang Mai, pero mis heridas dolían como el primer día. Tenía miedo, mucho miedo, mucho más que el que había tenido antes de subirme al globo aerostático. Le tengo terror a las motos, desde siempre. El chico del hotel que estaba a cargo de las e-bikes (motos eléctricas) me vio la cara de susto. Me dio una moto y me dijo “¿por qué no la probas un ratito por acá?”, señalando el estacionamiento del hotel. Acepté en silencio y un minuto después decidí que ese día tendría más de una primera vez. Alquilamos dos e-bikes y salimos bien lento.
Durante dos días recorrí la región de Bagan en moto, algo que nunca había imaginado. Al menos no de esa manera. De a poco, sin miedo, y lento, como quien no quiere perderse ningún detalle. Le puse atención y le dediqué unos minutos a cada templo. Hasta la pagoda más pequeña quedó grabada en mis retinas. La moto que al principio fue un temor, se convirtió en mi aliada. Me dio la libertad de ir hasta el templito más lejano y menos fotografiado. Gracias a la moto, los templos más grandes y turísticos dejaron de ser prioridad. Y digo gracias, porque eso me permitió no solo conocer templos más aislados, sino también, a los locales a cargo de su cuidado.



Los templos, estupas y pagodas de Bagan están al cuidado de familias locales. Al llegar a algunos de los templos más pequeños, alejados y menos turísticos, los encontraba cerrados. Me bajaba de la moto, me acercaba y siempre a pocos metros o dentro, me encontraba con algún miembro de la familia haciendo trabajos de limpieza o mantenimiento. No sé si será siempre así, pero a la mayoría de los templos llegábamos solos, no había ningún otro turista. Los locales, lejos de sentirse invadidos o molestos con nuestra presencia, nos abrían las puertas. Todos tienen un sector o canasto dedicado a donaciones, pero en ningún templo nos lo exigieron o pidieron como condición. En todos los templos nos recibieron con una sonrisa, nos invitaron a pasar y en algunos casos nos contaron sobre la historia del templo y sus pinturas.
El primer día en moto fue el más tenso. Iba con toda la precaución. No quería que un descuido con la moto me dejara sin recorrido por Bagan, o con heridas graves. El calor no me dejó pasar el día entero paseando y me organicé sabiendo que esto podía suceder. Volví al hotel después del mediodía, a descansar sin culpa. Ese día había sido uno de esos repletos de estímulos y de experiencias que procesar.
Al día siguiente me sentía una profesional de las e-bikes. Salí muy temprano a la mañana en busca de mi moto. Ese día, me terminaría de enamorar de un lugar que me había enamorado desde el cielo. Usualmente es difícil que la realidad supere a las fotos editadas e irreales que encontramos en Google o Instagram. Bagan lo logra. Porque la fotografía logra muchas cosas, pero por el momento, no hay redes, ni internet que consiga que la energía de estar en un lugar, se pueda compartir.



Ese segundo día, mientras paseaba en mi moto, las palabras empezaron a pasar por mi cabeza sin parar. En ese momento, entendí que este camino está lleno de momentos y lugares emocionantes, me sorprendí una vez más de lo que el hombre es capaz de hacer, por fe, por amor. Me llené de energía, energía de la linda, energía positiva, energía de esa que no sabes de dónde sale, si de los templos, de la gente, de la tierra, del cielo. A la tarde desgravé de mi memoria a mi libreta:
“Es nuestro segundo día de paseo en moto eléctrica. Me siento más tranquila y más segura. Nuestro segundo día de recorrido por la zona arqueológica de Bagan, la de los miles de templos. Ya no quiero sacar más fotos, solo quiero mirar, grabar esas imágenes a fondo en mi memoria. Voy manejando la moto, varios metros adelante va Mar con la suya. Vamos por un camino de tierra, tierra muy clara, como arena. Seco, todo está muy seco. El sol está muy fuerte, pega muy fuerte. De un lado y del otro mucho verde y templos, muchos templos.
Pagodas enormes y pagodas muy pequeñas, algunas pegaditas entre sí, otras a kilómetros de distancia. Lo veo a Mar paseando, andando despacio, mirando los alrededores, disfrutando, como soñando despierto y sé que yo me veo igual. Me gustaría tener enganchada al casco la GoPro, para ir filmando todo lo que veo y tener ese video para mirarlo siempre. Pero no la tengo y tampoco me esfuerzo para buscar una forma de hacerlo. Sé que todo se está grabando en mi memoria, incluso estos pensamientos. Va a pasar el tiempo, día, meses, años, y nunca voy a olvidad estas imágenes.
Desde que salí de casa, mejor dicho, desde que empezamos a planear este viaje, me siento una persona afortunada. Pero hoy, hoy me siento especialmente afortunada. Son esos lugares de postales, esos que pensamos que son muy difíciles de alcanzar, los que me hacen sentir exageradamente agradecida. Que me hacen sentir viva, los que me hacen caer en la realidad y valorar este sueño.”



Desde que planeamos nuestro viaje por Bagan, supimos que recorrerlo de otra forma que no sea moto resultaría más complicado, más caro y que no nos daría la libertad que podía darnos la e-bike. Pero no fue hasta ese segundo día cuando realmente valoré lo que significaba recorrer ese lugar por nuestra cuenta y a nuestro ritmo.
La primera mañana de Bagan, después del vuelo en globo, me picó una abeja en el brazo que me dejó con un aguijón clavado durante días. En una mala maniobra, estando parada, se me cayó la moto encima de la pierna que ya tenía lastimada, dejándome más dolorida de lo que estaba. Podría haber arrancado este post contando eso, relatando el dolor físico, contándoles del hielo, los analgésicos y los desinfectantes que tuvimos que usar para mis heridas. Pero todos hubiesen pensado que ese, estaba lejos de ser un buen día. Sin embargo, si me lo preguntan, puedo decir que fue uno de los días más lindos de mi 2018.
Me emociona leer todo lo que viviste y me alegra muchísimo que lo hayas logrado !!!!! Te Amo !!!!